No nacería entre oropeles y halagos, ni en el calor de una vida acomodada de una sociedad pudiente del siglo XXI.
Nacería, tal vez, entre los escombros de una bomba de un país sin esperanza cercana o en la trastienda de una ciudad inundada de brillos y compras. Pero, aunque sucedió hace tantos años, vuelve a nacer otra vez en este 2022 para llenar de fe y luz al que cree y darle un motivo de alegría y recuerdo al que no.
Esa es la esencia de la Navidad.